Primero, de una manera motivadora y
sorprendente, manteniendo un tono misterioso, les presenté este instrumento de
percusión. Los niños y niñas se quedaron boquiabiertos al verlo y más aún
cuando empezamos a tocarlos. Algunos ya conocían de su existencia, pero otros
no.
Empezamos un coloquio para describir
cómo era el cajón flamenco: qué forma tenía, de qué color era, de qué material
estaba hecho, contamos cuántos tornillos tenía, experimentamos por dónde se
tocaba, e incluso descubrieron que el cajón por dentro tenía dos cuerdas de
guitarra, algo que les llamó mucho la atención.
Para finalizar, como sólo
disponíamos en ese momento de dos cajones, por parejas fueron tocando
libremente y les iba explicando que para tocarlo era necesario usar las yemas
de los dedos y que dependiendo de dónde tocasen se producían sonidos graves y
agudos.
Los niños y niñas tocando las cuerdas del cajón. |
Tocando libremente el cajón. |
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